"34b", "32c", "36b"

jueves, 14 de febrero de 2008

Apoyados en las barandas rojas, esperábamos que la pirateada de libros esté lista. El calor nos obligaba a ocupar nuestras mentes en otras cosas, por lo que optamos por el ya quemado, pero siempre disponible juego del sostén. Una par de semanas antes le enseñé los criterios para determinar la talla de sostén o brasier de las chicas sin saber que dicho tema le fascinaría tanto. De repente, cada vez que nos aburríamos de mirar el cielo y comer yogurt griego optábamos por poner en práctica los conocimientos adquiridos y afinar la vista. Siempre me resultó divertido porque, al menos yo, me sentía una jueza sentada en un estrado por sobre todas dictando sus sentencias: "34b", "32c", "36b". Por su lado, me imagino que el gusto radicaba en el simple mirar. Luego de darnos cuenta que estábamos hablando muy alto y que un par de cachimbos de arquitectura se acercaron demasiado como queriendo unirse al juego, recogimos las copias y bajamos las escaleras. Debíamos ser cuidadosos, no muchos verían con agrado que una chica le esté mirando las chicas a otras chicas. No muchos entenderían sus funciones lúdicas y no sexuales. Fuimos a la cafetería pequeña, esa que de verdad parece cafetería y no comedor de cárcel y nos sentamos en las mesitas altas con esas bancas incomodísimas a las que no podíamos dejar de volver todos los días. Saqué un cigarro y ya que no había con quién seguir jugando nos pusimos a hablar. Me gustaba estar con él, pero odiaba esas conversaciones. Odiaba que dejaran la ligereza de constumbre con sus tetas, rajes, burlas y chistes sexistas y se tornaran conversaciones reales. Odiaba que hablaramos de amor sin aluciones personales. Odiaba las abstracciones sin sentido. Odiaba que me hicieran recordar cosas que no deseaba recordar y que él se pusiera todo vulnerable frente a mí. Odiaba que destruyera la imagen que le había construído. Odiaba que yo fumara y él no lo hiciera. Odiaba que me mirara como si fuera la única que lo entendía, porque no era verdad; ni yo lo hacía. Odiaba que no fuera la persona simple que necesitaba para mí. Odiaba que me tomara en serio, que me pusiera en un pedestal y que no se atreviera a jugar conmigo. Odiaba tener tanto poder sobre él. Odiaba que comenzara a vestirse como me gusta que los chicos se vistan. Odiaba que me cuidara cuando caminábamos por la calle. Odiaba que me abrazara en frente de los demás. Odiaba que fuéramos tan parecidos, pero más odiaba que antes no lo fuéramos. Odiaba pensar en la posibilidad que fui yo la que lo cambió, o que él lo hizo por mí. Odiaba haber complicado su vida con dilemas sin sentido. Odiaba que ya no jugáramos al juego del sostén. Lo odiaba.

11 comentarios:

Jorge dijo...

MMMMM....
HAY MUCHO ODIO EN TI....

Nefelibata dijo...

No lo creo, lo que sí hay es gusto por exagerar. No me tomes tan serio. Lo odio.

Jorge dijo...

BUENO, ODIO PREFIERO A TU INDIFERENCIA...

Nefelibata dijo...

odiar me es difícil, tendrás que ganártelo.

Jorge dijo...

bien, pues no deseo nada en realidad...
es mejor seguir caminando...

Nefelibata dijo...

mejor

*Luna* dijo...

salieron de tus palabras mis palabras
porque cuando el se enamora de ti, el juego ya no es tan divertido
ahora alguien puede salir lastimado
y tu .. fumando un cigarro de mas

*muchas gracias por esta entrada, me enseñaste mi historia en dos palabras: "lo odio"*

Juan dijo...

Me gustan tus historias, tus personajes,y me da curiosidad ese juego del sosten. XD
Te voy a agragar a mis links

Anónimo dijo...

vaya q historia tan anecdotica.. y q barbaro escribes..

a veces mucha gente cambia por q nosotros nos volvemos inmutables para muchos... pero a veces tambien cambiamos pero las demas personas aun nos tienen estereotipados en un parametro q se han acostumbrado..

La gente a veces no deja de ser algo q no son.. o son algo q la gente no desea q sean...

sea como sea

todo suele ser ilusiones q solo son reales dependiendo del ojo con el q se mire


n.n


http://4thwiseman.wordpress.com

mArXelLa dijo...

Ese juego me parece divertido, pero atrás de la diversión, lo que odias no es realmente ya no jugar, sino ya no jugar con él...seguro cambiaron ambos no sólo él. Entiendo un poco lo que dices, por que al final lo que tú odias es la responsabilidad que el puso en ti sobre si mismo...Pero recordemos que frente a la acera del amor, esta la del odio, así, sólo a un paso.
Saludos

Arlith dijo...

"Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada"...