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domingo, 6 de septiembre de 2009

...la muerte, la muerte repentina, la primera muerte repentina, la primera muerte repentina de alguien que realmente me importa-ba, la primera muerte repentina de alguien que me importaba y que aún no asimilo. ¿Aló? Hola, llamaba para avisarles que no voy a poder ir a la oficina hoy. Sí es que mi abuela ha fallecido. Tenía las palabras pensadas, debía tenerlas, nunca había tenía una excusa para faltar más real, más dura que esta. "¿Aló? Hola, llamaba para avisarles que no voy a poder ir a la oficina hoy. Sí es que mi abuela se ha muerto". Hice un pequeño ajuste al último momento. Es que mi abuela no había fallecido, se había muerto. Esa tarde en el velorio lleno de extraños había escuchado demasiados eufemismos. La muerte no tiene eufemismos. Odio los eufemismos. Que se mueran.

4 comentarios:

Juan dijo...

Pueda que hasta se enfade con lo siguiente pero no podía dejar de comentar este suceso extraño, yo la vi sin que estuviera presente. Que confuso. Me pareció verla sin verla, sin que siquiera fuera usted. En el rostro de esa otra mujer sus palabras, las de este blog, como que la terminaban de dibujar. ¿Acaso esa manera de escribir, esas palabras pueden crear imágenes que luego encarnan en otras personas?
Mejor no sigo...¿O era usted? no , imposible.

Nefelibata dijo...

no sé ¿cómo era?

Nefelibata dijo...

¿quién eres?

Juan dijo...

Era así...