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domingo, 6 de septiembre de 2009

...la muerte, la muerte repentina, la primera muerte repentina, la primera muerte repentina de alguien que realmente me importa-ba, la primera muerte repentina de alguien que me importaba y que aún no asimilo. ¿Aló? Hola, llamaba para avisarles que no voy a poder ir a la oficina hoy. Sí es que mi abuela ha fallecido. Tenía las palabras pensadas, debía tenerlas, nunca había tenía una excusa para faltar más real, más dura que esta. "¿Aló? Hola, llamaba para avisarles que no voy a poder ir a la oficina hoy. Sí es que mi abuela se ha muerto". Hice un pequeño ajuste al último momento. Es que mi abuela no había fallecido, se había muerto. Esa tarde en el velorio lleno de extraños había escuchado demasiados eufemismos. La muerte no tiene eufemismos. Odio los eufemismos. Que se mueran.